ALEJANDRO CARRIÓN

 

"Y desde un principio magistral, el más joven de todos: Alejandro Carrión, el excelso poeta, que ha llevado a sus relatos de La Manzana Dañada una emoción que la tersura clásica de su lenguaje no alcanza a velar". He allí el comentario, penetrante como todo lo suyo, cincelado como una medalla, que Ángel F. Rojas dedica a Alejandro Carrión autor de relatos. Allí encontraremos, en comprimido exacto, una definición insuperable: emoción, poesía, lenguaje terso y clásico.

En verdad. Alejandro Carrión tiene su estigma de poeta bien impresa en la frente. Y la marca de condenación apocalíptica es indeleble, eterna. Y "sin embargo", ha hecho cosas buenas en el relato: allí está su libro La Manzana Dañada, en efecto, sobre el cual Alfredo Pareja, al prologarlo, dice: "hay que exigir de Carrión la novela para la que su riqueza y latitud de narrador están prontas". Y Alejandro García Maldonado, el gran novelista y crítico venezolano, discrepando con Pareja -acaso mejor poniéndose de acuerdo con él-, dice:

"El escritor ecuatoriano Alfredo Pareja Diezcanseco, al hacer un interesante análisis de la obra de Carrión, opina que los relatos agrupados bajo el título del primero son "seis momentos de una novela que no llega a terminarse". A nuestro entender la novela de Carrión está completa tal como está, pese a que no se cumpla en ella el ciclo habitual de las obras de ese género en cuanto a planteamiento, desarrollo y desenlace, pues el poder de sugestión de sus fragmentarios capítulos es tal, y posee tal fuerza de expresión que deja en el ánimo del lector la sensación de que no es menester agregar nada para lograr la obra completa, es decir, lo perfectamente elaborado. Esta curiosa condición de La Manzana Dañada, podría explicarse por el temperamento poético de su autor".

La poesía de Carrión está hecha de deslumbramientos y de sabiduría a la vez. Juana de Ibarbourou pudo decir: "Carrión me revela un poeta que tal vez esté lleno de la inocencia de no saber cuan grande es". Pero el trasfondo de elaboración, el basamento de lectura, la capacidad de alusión y el dominio del instrumental expresivo, nos dan la medida de su sabiduría. En

En el relato, son entrega más la diafanidad de su poesía: poder de : recordar, no a la manera de Proust, con el sentido crítico agudizado por la enfermedad y el reposo y el acumulo de conocimientos a lo largo de una vida, sino con una autenticidad infantil que desconcierta. Eso que han podido lograr Charles-Louis Phihppe, Jules Renard, William Saroyan...

 El grupo de relatistas lojanos se enriquece con algunos nombres juveniles más. Juan Cueva, que después de bellas realizaciones, ha callado. Augusto Mario Ayora, que se halla en la fuerza de la producción: realismo sobriamente expresado, buen manejo del idioma, llana y colorida manera descriptiva, cuento bien contado. Por su capacidad de trabajo, su fácil y fluyente poder de expresión, su pulso, a la vez que su entrega emocional inmediata que, como en el caso extraordinario de Fierre Mille, nos da la impresión de la vida verdadera; por su suave ironía, su amor del personaje -personaje malo o personaje bueno- yo veo en Augusto Mario Ayora una de las más serias verdades actuales de cuentista del momento actual. Está tan fijo, tan bien en el relato corto, que no sabría imaginármelo en la novela grande. Sin embargo ... Su nombre joven se sale ya de los linderos de la patria: es uno de los merecedores más recientes del premio cubano Hernández Cata.

Algunos nombres más, que acaso se me escapan: Alfonso Aguirre Sánchez, que, con iniciación prometedora, se ha callado . ..

El denominador común de los relatistas lojanos de las nuevas promociones, es el de un realismo sin estridencias, que se desenvuelve dentro del marco querido de la tierra nativa; emocional sin falsedades, franco, sencillo y descontento. Pero una insatisfacción surgida de lo relatado, sin preconcepción ni propaganda. Sorprenderá siempre, en el narrador lojano, la ausencia de engolamiento, de "literatura literaria", de expresiones rebuscadas que se apartan del cotidiano hablar de las gentes de la tierra y del pueblo. Y como las gentes del pueblo hablan bien...

Tomado de: RELATO ECUATORIANO POR BENJAMIN CARRION